
Un día le gustaria dejar el mundo entero por él, seguirle a donde el la llevase, reír y caminar juntos, agarrada de su mano, uno al lado del otro, sin mirar sus pasos, besarle y que se convirtiera en lo único importante, imprescindible para ella. Era en aquel momento en el que ella se paraba a pensar, ¿y si todo aquello se hiciera un día realidad? Sentada en la escalera mirandose los pies, reflexionaba y se asustaba, no quería que nunca se pasaran las horas en las que imaginaba un mundo perfecto junto a él, todo era confuso, ya no sabia que pensar, ni que sentir, ni que escuchar, sólo quería un día, un insignificante día con él, un abrazo, un beso, una sonrisa, pero aunque llevase puesto su mejor vestido, aunque fuera ella la más perfecta de las chicas, nunca lo conseguiría, lo tenía claro, el ahora no sentia ya nada por ella, se llenaba de frustración y desesperación pero ¿de qué serviría? ¿acaso eso le iba hacer volver? ¡NO!, ya no existía apenas esperanza de amor.